El escudo mercedario es la forma de materialización del anhelo heroico del apóstol: la caridad de Cristo nos urge, es un imperativo el más sublime en perpetua vigencia “No hay mayor caridad que dar la vida por sus hermanos”
"Para llegar al fin, amar..." Fr. José León Torres
Historia de la Orden de la Merced
Somos parte de la historia de redención de la Orden Mercedaria.
Para comprender la fuerza que acompañó y animó todo el pensamiento y los actos, del Venerable Padre José León Torres, nuestro fundador, es necesario ubicarlo dentro del fecundante impulso carismático de San Pedro Nolasco, quien, identificado con la Obra Salvadora de Cristo e interpelado por la situación de opresión de su tiempo, funda en 1218, en España, la Orden de la Merced. Junto a un grupo de compañeros, se pone al servicio de la liberación de hombres y mujeres sometidos a cautiverio por la fe.
El flagelo de la cautividad en el siglo XIII era considerado como un hecho gravísimo por la influencia religiosa. El riesgo mayor del cautiverio para un cristiano prisionero en poder de los sarracenos, era el peligro de renegar de la verdadera fe.
En este contexto, surge Pedro Nolasco con un grupo de compañeros laicos, que tenían devoción a Cristo que nos redimió con su preciosa Sangre.
Identificados y siguiendo a Cristo Redentor, con desprendimiento juvenil admirable se despojaron de sus propios bienes y lo dieron todo para la redención.
Tras 15 años de hacer presente la misericordia de Dios, de redimir cristianos, veían que el número de cautivos se acrecentaba. Fue, entonces, que, Nolasco en fervorosa oración tuvo la inspiración divina de poder continuar la Obra de Dios. La noche del 1 de agosto de 1218 ocurrió la intervención especial de María Santísima en la vida de Pedro Nolasco. Esta experiencia personal mariana iluminó su inteligencia y movió su voluntad para convertir el grupo de laicos redentores en una Orden religiosa redentora.
Contó con la aprobación de la Iglesia y el amparo del Rey de Aragón, quien reconoció a la nueva Orden, por el derecho civil de su reino y le entregó el escudo, caracterizado por: las cuatro barras en campo de oro que, unido a la cruz de la catedral, formó desde entonces el escudo propio de la Orden.
San Pedro Nolasco, entregó su vida donada totalmente, una vida gastada y ofrecida por la liberación del hermano cautivo, siempre a favor y comprometido con la libertad y la dignidad de quienes se hallaban oprimidos, al estilo de Cristo Redentor, con el que identificó como el paradigma de un camino de entrega redentora, hasta dar su vida, con la profesión del cuarto voto.
Nuestro origen está enraizado en el doble amor que experimentó y proyectó Pedro Nolasco: el de Cristo Jesús Redentor y el de los hermanos cautivos, a quienes como Mercedarios, reconocemos como los hermanos de Jesús, y hermanos nuestros, los verdaderos pobres de la tierra. Y, al mismo tiempo a María, Madre de la Merced, se constituye para cada corazón Mercedarios en Madre de la Gracia, Madre de la Compasión, inspiradora y garantía de la acción redentora.