[vc_row][vc_column width=”1/2″][vc_column_text]Recemos por los y las jóvenes que están dudando y titubeando para dar el primer paso para entregar su vida a Jesus.
Acompañamos nuestra jornada de oración con un mensaje que el Papa Francisco dijo hace unos años:
“La llamada del Señor no es tan evidente como todo aquello que podemos oír, ver o tocar en nuestra experiencia cotidiana.
Dios viene de modo silencioso y discreto, sin imponerse a nuestra libertad. Así puede ocurrir que su voz quede silenciada por las numerosas preocupaciones y tensiones que llenan nuestra mente y nuestro corazón.
Por ello, es necesario prepararse para escuchar con profundidad su Palabra y la vida, prestar atención a los detalles de nuestra vida diaria, aprender a leer los acontecimientos con los ojos de la fe, y mantenerse abiertos a las sorpresas del Espíritu. Y para poder escuchar esa llamada del Señor hay que abrirse, salir de uno mismo.
Si permanecemos encerrados en nosotros mismos, en nuestras costumbres y en la apatía de quien desperdicia su vida en el círculo restringido del propio yo, no podremos descubrir la llamada especial y personal que Dios ha pensado para nosotros, perderemos la oportunidad de soñar a lo grande y de convertirnos en protagonistas de la historia única y original que Dios quiere escribir con nosotros”.
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