Comprendiendo el espíritu redentor que Fray José León Torres, quería imprimir en la misión apostólica de la nueva Congregación, en la homilía, de inauguración del primer colegio, en Alta Córdoba, monseñor Castellano, expresa a las primeras Hermanas fundadoras, que su misión, es la de “enseñar en las escuelas…, enjugar las lágrimas del que llora, restablecer la paz en los espíritus que sufren, son obras del Señor a las que vosotras os dedicaréis”.
Para este fin, el Padre fundador, las formó educadoras con actitud de servicio y con sólida preparación pedagógica y religiosa, impregnadas de la espiritualidad Mercedaria del Niño Jesús. Igualmente, las capacitó para asumir el servicio educativo desde una dimensión liberadora, considerando todos los aspectos organizacionales y estructurales para el buen funcionamiento de los colegios por él fundados.
Por ser Fray José León Torres religioso de una Orden redentora, experimentó de manera viva, la certeza y el anhelo de ofrecer una auténtica y evangélica formación integral, como acto de caridad redentora, capaz de liberar de la ignorancia y del pecado, especialmente a aquellas personas, que corrían el riesgo de perder la fe y la dignidad.
La educación en la vida de fe, implica la formación de la conciencia de que la esclavitud del pecado es de donde surgen todas las otras formas de esclavitud. Desconocer la verdad de los principios evangélicos, necesariamente conduce a la injusticia, la opresión, el hambre, la violencia, la muerte, hoy instaladas como una nueva cultura.
La inquietud de Fray José León Torres, estaba centrada en la necesidad de brindar una educación en la fe, a fin de que ilumine el quehacer de la vida personal y social.
Además, manifestó, en varias oportunidades, su sensibilidad por las situaciones de marginación que produce la ignorancia, muchas veces, al referirse a “las muchachitas pobres” que se encontraban en hogares atendidos por las Religiosas, aconsejaba que no sólo se les dieran techo y comida, sino que asumieran la responsabilidad de preparar y capacitar para la vida, a través de las tareas y oficios como medios de superación y de herramienta de trabajo para el futuro.