Estamos terminando el mes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, y queremos compartirles una reflexión sobre Él, de una de nuestras aspirantes, esperamos que puedan disfrutarla:
El Sagrado Corazón de Jesús nos ayuda a centrar nuestra fe y nos recuerda : todo lo que Dios nos ama con su Corazón y todo lo que nosotros, por tanto, estamos invitamos a amar. Jesús tiene un Corazón que ama sin medida. En cuanto al amor, nosotros dividimos en porcentajes lo que damos. A algunas personas queremos muchísimo ( 90%), bastante (50%), o muy poco (20%), en cambio, Dios no mide su Amor y tanto nos ama, que nos regala su libertad para elegir amarlo.
La Iglesia dedica todo el mes de junio al Sagrado Corazón de Jesús, con la finalidad de que los católicos lo veneremos, lo honremos y lo imitemos especialmente en estos 30 días.
Esto significa que debemos vivir este mes demostrándole a Jesús con nuestras obras que lo amamos, que correspondemos al gran amor que Él nos tiene y que nos ha demostrado entregándose a la muerte por nosotros, quedándose en la Eucaristía y enseñándonos el camino a la vida eterna.
Todos los días podemos acercarnos a Jesús o alejarnos de Él. De nosotros depende, ya que Él siempre nos está esperando y amando. Debemos vivir recordándolo y pensar cada vez que actuamos: ¿Qué haría Jesús en esta situación, qué le dictaría su Corazón? Y eso es lo que debemos hacer (ante un problema en la familia, en el trabajo, en nuestra comunidad, con nuestras amistades, etc.).
Tener en casa o en el trabajo una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, nos ayuda a recordar su gran amor y a imitarlo en este mes de junio y durante todo el año.
Oración de consagración al Sagrado Corazón de Jesús, que se reza durante todo el mes en la congregación como tradición:
Rendido a tus pies, ¡Oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras de amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña, de continuo, tu adorable Corazón, te pido humildemente, la gracia de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo. Para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que generoso concedes a los que de veras te conocen aman y sirven.
Mira que soy muy pobre dulcísimo Jesús y necesito de vos como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar, mira que soy muy rudo oh Soberano maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas para luz y guía de mi ignorancia. Mira que soy muy débil, oh Poderoso amparo de los débiles, caigo a cada paso y necesito apoyarme en vos para no desfallecer.
Sé todo para mí, Sagrado corazón: Socorro de mis miserias, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad de vos lo espera todo mi pobre corazón, vos me alentaste y convidaste cuando con tan tiernos acentos dijiste, repetidas veces en tu Evangelio: “Venid a Mí, aprended de Mí, pedid, llamad…” a las puertas de tu corazón vengo hoy, y llamo, pido y espero.
Del mío te hago oh Señor firme, formal y decidida entrega: tómalo vos, y dame en cambio lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.