El 11 de septiembre hemos celebrado con alegría el día del Maestro, reconociendo su gran misión de formar la mente y el corazón de niños y niñas para que se desarrollen como personas e hijos de Dios, en la libertad y la autonomía, en la fe y en el compromiso solidario que acoge e integra.
Damos gracias a cada docente porque desarrolla su vocación con la certeza que da y recibe, escucha y es escuchado, acoge y es acogido, como Jesús Maestro.
Porque vive su misión educadora como instrumento que humaniza y hace posible la construcción de una sociedad nueva. Porque con su ternura y paciencia promueve relaciones fraternas, construye una cultura del encuentro, dialogal y participativa.