Fundación de La Paz
“El año 1904 las Mercedarias fundaron en La Paz, provincia de Entre Ríos. La casa de La Paz era ya la cuarta casa de la Congregación.
El Istmo. señor Obispo de Paraná, Mons. Rosendo de la Lastra, amigo y admirador del Padre Torres, fue el promotor de aquella fundación, a la cual se habían de seguir varias otras en los años posteriores. El Istmo. señor de la Lastra no solamente pretendió dar una prueba de amistad al Padre Torres, sino que introdujo en su diócesis un elemento de cuyos trabajos por la mayor gloria de Dios, había de estar plenamente satisfecho. El día 3 de marzo del año dicho, de 1904, partieron de Córdoba las fundadoras de la casa de La Paz, habiendo sido acompañadas hasta la estación del ferrocarril por una cantidad de familias y personas conocidas, entre las cuales había varios sacerdotes; algunos de estos, las acompañaron hasta la estación de Río Segundo. Las Religiosas que iban a formar la nueva casa eran las siguientes:
Rvda. Madre María de las Mercedes Ferreira, y las Hnas. Teresa de Jesús Centeno, María Angélica de San José Suárez, Mercedes de María Lescano, Margarita de Cristo Avellaneda, María Serafina Márquez y Bernardita de María Ardiles.
La primera de las nombradas era la superiora de la nueva comunidad. Las restantes sus cooperadoras en el colegio que iban a establecer. Iba también a esta fundación, la Rvda. Madre General Hna. María Ana de Jesús Iriarte y su secretaria Hna. María de San Ramón Montenegro, regresando ambas a la Casa Madre, al terminar el año escolar de 1904.
Cuando las viajeras llegaron a Rosario, al día siguiente, llovía torrencialmente. No obstante esto, las esperaba el presbítero Nicolás Grenón en la estación del ferrocarril. En coches que había allí esperando a las viajeras, subieron éstas y se dirigieron al colegio del Huerto, en donde fueron hospedadas.
En compañía de las Mercedarias iba también el Padre Torres, que siendo Vicario General llevaba en su compañía a su secretario el R.P. Fr. Nicolás B. González. El P. Torres y su secretario se hospedaron en casa del señor Vicario Foráneo, que era el señor Grenón.
El día 4 de marzo hicieron la segunda etapa de viaje que era del Rosario a Paraná. Desde el puerto, las Hermanas se dirigieron al Palacio Episcopal para recibir la bendición del Istmo. señor Obispo que las recibió con paternal benevolencia.
Se dirigieron en seguida al colegio de las Franciscanas, en donde se hospedaron. El P. Torres y su secretario se hospedaron en el palacio del señor Obispo. Al día siguiente Mons. de la Lastra se dirigió al colegio de las Franciscanas a saludar y cumplimentar a las viajeras. Les dijo la misa para ellas y les distribuyó la sagrada comunión. Muy agradecidas se manifestaron las Religiosas de la gentileza del señor Obispo. El P. Torres agradeció muy cordialmente la atención dispensada a las Hermanas.
Desde Paraná hicieron la tercera etapa del viaje para llegar a La Paz. Viajaron en el vapor “Iris” y su capitán que lo era don Sebastián Puig, usó de todo género de atenciones con las viajeras. En el puerto de La Paz las esperaban el señor cura párroco don Egidio Aboy y una comisión de damas.
Como no se sabía la hora en que había de llegar al puerto, el “Iris”, las personas que esperaban a las Religiosas dispusieron pasar la noche en el puerto a fin de que no sucediese que al llegar las viajeras, no hubiese quién las esperase. A las 4:30 horas de la madrugada del día 7 llegaron al puerto.
Después de recibir las Religiosas, los saludos de las personas y comisiones, fueron acompañadas al domicilio de la señora Francisca de Muniagurria por la Sra. presidenta Juana de Vidaechea y varias otras damas.
Las Mercedarias estuvieron de huéspedes en casa de la señora de Muniagurria hasta el día 12 de marzo que se cambiaron a la casa que iban a ocupar. La casa que ocuparon era propiedad de don Agustín Vélez.
El día 12 de marzo dijo la primera Misa el Padre González, la que fue oída por las Religiosas, que comulgaron en ella. El P. Torres canto más tarde una misa solemne, interpretando las Hermanas en el coro la de Quírici.
A esta ceremonia asistieron las principales familias de La Paz.
Desde el día 12 de marzo de 1904 quedaron instaladas en La Paz las Mercedarias y empezaron sin tardanza a hacer funcionar su Colegio que lleva el nombre de “Nuestra Señora de la Merced .
Las Mercedarias ocuparon la casa del señor Vélez hasta el año 1907. Ese año se cambiaron a una casa de su propiedad que adquirieron en la calle Belgrano. Después que las Hermanas desocuparon la casa de Vélez, se instaló allí la escuela primaria, “Domingo French”.
La primera superiora de La Paz que fue la M. Ferreira, estuvo al frente de aquella casa hasta octubre del mismo año 1904, que fue sustituida por la M. María de San Pedro Nolasco Cabanillas que estuvo hasta el año 1907.”
“En este mismo mes de abril de 1907 la Madre General Iriarte visitó el Colegio de La Paz, llevando en su compañía a la nueva superiora de aquella casa, la Madre Avellaneda y a las hermanas María de las Mercedes Ferreira y Bernardita de María Ardiles.”
Delgado, Fr. Reginaldo, O de M. LAS TERCERAS MERCEDARIAS DEL NIÑO JESÚS. en su cincuentenario 1887 – 1937, Tomo II, Córdoba 1937. Capítulo VIII – 3. Págs. 114 – 118.
Carta del Padre José León Torres a las Hermanas de La Paz
Carpeta 1 Pág. 482 – Nº 36
Córdoba Marzo 24 de 1905.
Rda. Madre Comendadora, Petrona de la Torre y demás Hermanas Paceñas:
¿Porqué se reúnen en grupo á leer la carta del desconsolado viajero? ¿Que así les parece mejor?
En esto estamos de acuerdo, recibiendo yo, por cierto los honores que con tanto corazón me dispensan mis hijas Paceñas- Empecemos entonces esta ligera carta.
Verdaderamente no puede uno separarse de La Paz; dejando allí tanta grandeza, y traer un viaje halagüeño.
Los que aprendieron a llorar tienen forzosamente que aumentar las aguas del coloso Paraná. Fue imposible cambiar la pena en risa con el concejo recibido allí de traer a la memoria el frac de Dn. Enrique.
Aunque Dn. Enrique se hubiese multiplicado hasta formar una Comunidad con su traje de acólito y me hubiese bailado adelante, siempre hubiese repetido yo: “ninguna gracia me hace esto”; la sonrisa no puede aparecer en mis labios, porque mi corazón oculta un deposito amargo.
¿Creen mis Hermanitas que en todo miento? Yo no puedo andar sin reconocer los deberes que tengo para con Uds. y sé que trabajan sacrificadas y que carecen de muchas cosas que necesitan en la vida religiosa. De aquí que yo sufro con razón aunque por otra parte me satisface verlas crecer ante Dios.
Hablé con el Sr. Obispo de la Lastra sobre su Capellán y mucho sintió por la hora de la misa.
El Obispo escribirá sobre esto, aunque el José sea descubierto. Después les diré cómo llegué sin que estas buenas Hermanas me sintiesen.
Yo no sé si por la debilidad de cabeza, repetidas veces me parecía encontrar en la portería y sacristía á la negra sonsa Angélica: tal vez por que en todo me servía la sonsa.
(****) que quedar más pacitas que habían introducido en la encomienda de los libros por que exedia el peso que admite el correo.
A todas un cacho y una bendición muy grande de su padre Paceño.