“No podemos callar lo que hemos visto y oído” en estos días vividos en General Roca con la gente sencilla de los barrios Quinta 25 y Nuevo. Dios sigue revelándose en la historia, lo encontramos en los rostros de tantos hermanos que con una mirada, un abrazo, una palabra, un vaso de agua fresca, un beso nos recordaron la ternura de un Dios que se hace hombre, se hace niño, se hace enfermo, se hace preso, se hace solitario. Salimos a la “periferia” de la vida, y de la sociedad, por eso comenzamos desde los puntos más distantes de la capilla, pero en esta periferia en el caminar de las calles, nos fueron hablando de nuestras propias periferias como seres humanos, la necesidad del encuentro con el hermano, de la alegría compartida, del dolor aliviado al ser contado y expresado con palabras y lágrimas. Jesús fue quien nos llamó, como a sus primeros discípulos a estar con El y luego de escuchar sus palabras, salir a compartir con los hermanos. Y El también nos esperaba cada día para que al regresar nuevamente le contáramos todo lo vivido y hacerlo ofrenda. El fue nuestro alimento cotidiano, quien nos sostuvo en los momentos de cansancio y debilidad, y nos animó a salir cada día para encontrarnos con el otro. Nos exigió estar disponible para escuchar el secreto del corazón del hermano, cuando uno se llega hasta su casa y se hace compañero de camino y que nos animó a compartir la fe para transformarse en plegaria, en acción de gracia en una bendición para cada uno. Queremos hacer un profundo agradecimiento a la comunidad de Gral Roca, a Mons. Marcelo Cuenca, a las Hermanas que viven ahí, a los laicos de la comunidad del centro Ceferino, a los miembros de la Capilla “Cristo Peregrino”, al P. Juan Pablo Buda, a los P. Juanchi y Eduardo que estuvieron presente y a los misioneros de Gral Roca y de otros lugares de nuestra patria que se hicieron presente y nos permitieron compartir la fe y la vida en estos días. ¡¡¡Que María, madre tierna, bendiga a cada uno, y les conceda un corazón disponible para recibir al hermano que espera ser escuchado, consolado, sostenido, animado, acompañado!!!
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Escrito de Padre Juanchi
Ganar la Calle.
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La evangelización obedece al mandato misionero de Jesús “ Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. (Mt 28,19-20). Jesús nos envía a predicar el Evangelio de manera que llegue a todos los rincones de la tierra. Par llevar a la practica el mandato de Jesús cada uno de los bautizados tenemos que ganar la calle, recuperar los lugares que hemos perdidos. Para esto debemos dejar la seguridad del corral para salir a buscar la oveja perdida. Es impactante vivir la alegría del encuentro con los mas alejados de nuestra atención pastoral, que felices nos sentimos!!!. Al vivir estos momentos con tantos hermanos poco visitados y al compartir la fe con ellos en la simpleza de lo cotidiano, nos volvemos reconfortados, misionados por el cariño y el gran amor que recibimos. Nuestro Papa Francisco nos pedía “salir de nosotros mismos, hacia la periferia, a dar testimonio del evangelio y a encontrarse con los demás”, en clara respuesta al mandato de Jesús de “Ir”. esto implica cansancio, fatigas por los calores del verano o fríos del invierno, no esperar que vengan donde estamos sino ir a visitarlos, buscarlos, invitarlos, lograr que el hermanos se sienta querido, valorado, amado, se sienta Iglesia. Siempre que salgo en esta tarea misionera me cubro con el manto de la Virgen y con la preciosa sangre de Jesús, el Papa nos alentaba y decía: “Prefiero una Iglesia accidentada, a una que está enferma por cerrarse”, no tengamos miedo de salir a anunciar el Evangelio. Uno es feliz con lo poco que da. Hay mas alegría en dar, que en recibir. Padre Juanchi
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